En este largo - y discontinuo- recorrido sobre mis actividades profesionales no mencioné hasta ahora las actuaciones relacionadas con una de mis pasiones: el tango. Una amiga que conoce esta inclinación musical, Nidia de la Torre, me puso en contacto en 1996 con un grupo de seis jóvenes que comenzaban a mostrar en público sus habilidades como bailarines. Venían de enamorarse de esta danza ejercitándose para competir en la Jornadas para la Juventud y deseaban seguir bailando en forma más profesional. Necesitaban un presentador y empezamos a trabajar juntos. De esta manera nació "Tango Villa", un ballet juvenil que cosechó aplausos y elogios en numerosos escenarios. Estaba integrado por los hermanos Georgina y Gabriel Grossi, Cintia Gómez, Romina Papetti, y los primos Marcos y Luis Clementelli. Todos habían sido alumnos del gran bailarín villense, Santos Mauri, ya fallecido.
Por desgracia no conservo una solo foto con todo el grupo, sólo una personal de una presentación antes de la actuación de ellos en el ciclo peatonal 96/97 (Foto1). Si recuerdo los versos que utilizaba para darles pié a su primera entrada. Pertenecen al historiador y escritor local, Santiago Lischetti y era a la vez una forma de honrar a la cultura villense convirtiendo al espectáculo de principio a fin en un exponente de Villa Constitución: Esos versos en realidad los adapté para que sirvieran al propósito de abrir el escenario a los bailarines:
Tango que floreciste los cercos desolados
y recorriste callejuelas embarradas
y fuiste hermano del farol de luz cansada
en el suburbio doliente y marginado.
Un día se te unió el fuelle en dorado broche
y en el alma del pueblo abrieron huellas
y fue tal el embrujo que una noche
bajaron a bailarlo las estrellas...
Pasamos por muchos escenarios pero el tiempo y la necesidad de seguir sus estudios universitarios terminaron con la existencia de Tango Villa. Más esos versos siguieron vivos y en el año 2003 llegó Augusto Motroni, director y profesor de tango de la Academia El Arrabal para invitarme a ser el conductor de un espectáculo de singular importancia para la ciudad, ya que había conseguido que Villa Constitución fuera una de las dos subsedes del Mundial de Tango Danza de Buenos Aires. Y allí volví a abrir desde entonces y hasta la actualidad ese acontecimiento con ese mismo verso que nos identifica a los tangueros villenses. Junto a El Arrabal recorrimos también varios escenarios con la misma competencia. La primera fue en el salón de actos de la Escuela Nº 208 "Juan Bautista Alberdi", después la Sala San Martín; una par de años en el Teatro Municipal de San Nicolás (Foto 2) y finalmente volvimos a Villa en el salón auditorio de la UOM.
Recuerdo que cuando acepté acompañar a Augusto en ese desafío tuve que rechazar al oferta de ser uno de los animadores del Festival de Peyrano (uno de mis sueños) que en esa oportunidad presentaba como número central a Los Nocheros, pero ya le había dado mi palabra a este amigo tanguero y en eso soy inflexible. Compromiso ausmido, compromiso que se cumple.
Así seguí con esta relación afectiva indisoluble con el tango, el cual es una pasión que arrastra y te lleva por caminos insospechados y al que siempre se vuelve.
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