Las reacciones crecen ante la
falta de respuestas
Las movilizaciones por mayor seguridad demuestran que la sociedad no
encuentra en sus dirigentes las respuestas que necesita. Villa Constitución,
Cañuelas, son solo dos ejemplos de esta situación de hartazgo. La reacción de
las víctimas ante los asaltantes demuestran lo mismo. Nos acercamos a una línea
peligrosa, donde la vida va perdiendo su valor.
“Un viva la pepa”
“Es un riesgo permanente, viene
de arriba este mal; no es que no pueden, no quieren solucionarlo”, respondió
Orlando, el dueño del kiosco consultado sobre la realidad que atraviesan los
comerciantes. “Esto es un viva la pepa. Agarran a estos muchachitos, los llevan
a la comisaría y demoro más yo en hacer la declaración que ellos en soltarlos.
Si el juez o alguien que tenga que ponerse las pilas no se las ponen, un día de
esto vamos a reaccionar mal, porque yo traigo ‘el negrito’ mio, lo tengo, pero pasa que en ese momento no te da
lugar a la reacción”, admitió.
Hartazgo colectivo
En tanto el comunicador social,
Omar Lillardo, expresó su opinión en una columna en su blog (http://omarlillardo-autoresomar.blogspot.com.ar/2012/07/que-nos-pasa.html)
donde señala que: “En estos últimos días se han dado situaciones que indican,
cuando menos, la ocupación prioritaria que deberían darle los funcionarios a
este tema. La contrapartida, indeseada por cierto, para quienes decidimos
conscientemente vivir en paz, son las distintas movilizaciones populares,
autoconvocadas, con un lenguaje y formas todavía calmas, como debe ser llevada
adelante una protesta o un reclamo, pero se percibe el hartazgo colectivo ante
esa inacción que señalaba anteriormente”.
“¿Quién puede detener una tromba
humana cuando esta se lanza sin control a obtener su objetivo? Todavía estamos
a tiempo de evitar que esto suceda. Aún sabiendo que es imposible, por la
cerrazón y la soberbia que se observa en los “dirigentes” y “funcionarios”,
dueños y dueñas de toda razón y verdad ¿…?, entiendo que aquello que no se
corrigió a tiempo necesita un período bastante largo para procesar y realizar
modificaciones que permitan cambiar esta realidad que nos agobia. Por lo tanto,
ruego para que se abra el diálogo fecundo, sin imposiciones, donde se puedan
aportar ideas para el bien común, desde el simple y enorme gesto de
reconocernos como iguales. ¿Lo intentamos?”, finaliza.
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