DECENAS DE FAMILIAS VIVEN OLVIDADAS EN LA MISERIA
“Las Chapitas”,
ese asentamiento que “no existe”
Detrás de la ex
fábrica de impregnación de durmientes, a espaldas de barrio Raviolo, creció un
asentamiento que por sus casillas de chapa, madera y nylon fue bautizado como
“Las Chapitas” aunque su nombre real es “San Jorge”. Junto a él está creciendo
otro vecindario similar “pero ese es otro sector” dicen los habitantes del
primero. Reclaman que las autoridades reconozcan su existencia y aparezcan por
el lugar. “Hacé de cuenta que este lugar no existe”, grafican sobre su
situación.
Popularmente conocido como “Las Chapitas”, barrio San
Jorge, es uno de los asentamientos más
precarios que se está levantando en la ciudad, está ubicado a espaldas de la ex
fábrica de impregnación de durmientes, flanqueado por los fondos de barrio
Raviolo y el camino que desde calle Islas Malvinas se extiende hacia Pavón. Los
testigos más cercanos del desarrollo de este precario poblado aseguran que la
cantidad de humildes viviendas “crece día a día”. Las condiciones en las que se
asientan las familias en ese lugar son de extrema precariedad, como se desprende
del nombre mismo con que se lo bautizó y en la actualidad sus pobladores
superan el medio centenar de familias (57 según el último relevamiento).
María Isabel es una de las primeras que se radicó allí,
su precaria vivienda se levanta en el mismo límite del asentamiento y hace una
aclaración: Las Chapitas llega hasta su hogar y el de su hijo que vive lindando
con ella. Del otro lado del alambrado, en lo que sería una especie de calle
divisoria, ya se erigieron cuatro casillas de chapas, pero “ese es otro barrio”
aclara. En realidad ese es un terreno privado
y junto a las nuevas viviendas ya hay terrenos demarcados para la
construcción de otras por lo que se trata de usurpadores y el tema está en la
justicia. “Nosotros, en esta parte, hace cinco años y medio que vivimos”,
cuenta María. “En esta parte iban a hacer viviendas, pero después no sé en qué
quedó. Nos estamos arreglando como podemos”.
Ese “como podemos” implica que sus hijos salgan con un
carro a cirujear y revolver basura. Ella es viuda y trata de sobrevivir sin
perder un sentido solidario. Hasta su casa llega una manguera para con agua
potable y le permitió engancharse de ella a uno de los nuevos vecinos que vive en
una casilla de chapa y madera de apenas unos tres metros por dos. “Le llega un
chorrito pero al menos tiene algo de agua”, expresó. Antes “donde vivía no
tenía ni vecinos, pero después me cambiaron y me trajeron acá”, señala sin
precisar quiénes la derivaron a este lugar pero sí que “queremos mejorar, pero
la luz se corta todos los días”. La electricidad llega a través de improvisados
postes de luz que cruzan sobre los techos de chapa o nylon negro que se
multiplican hacia el centro de la manzana.
“Que venga
alguien”
María se queja por la falta de ayuda de parte de las autoridades
y su hijo agrega que es “hacé de cuenta que este lugar no existe”. Insiste en
que “nos rebuscamos con lo poquito que hay, otro medio no tenemos”. Mirando
alrededor se observa un creciente basural, la proliferación de perros que
corren y juegan entre la basura mientras otro come carroña, destrozando lo que
queda de un animal muerto de difícil clasificación. Volviendo sobre el
desconocimiento de los funcionarios sobre este asentamiento María se queja:
“Esto no puede ser así, acá hace falta un coso de basura, hace falta que vengan
a ver. Eso es lo que queremos, que venga alguien”.
En cuanto a la presencia de personas llegadas de otras
ciudades aseguran que salvo “los santafesinos, que hace una banda de tiempo que
están acá”, los demás son villenses aunque no pueden aseverar los mismo de las
nuevas casillas de chapas que empiezan a levantarse “del otro lado” del
alambrado “ese es otro sector”. Los primeros del incipiente asentamiento
comenzaron a llegar “hace un año, más o menos”. Cuando comenzó “anduvo la
policía para ver si hacían casas” pero finalmente dicen que los uniformados
admitieron que “no podían hacer nada”. Esta es parte de lo que ocurre en Las
Chapitas, ese lugar que oficialmente “no existe”, como dicen sus habitantes.
TAREA
Con referencia al crecimiento exponencial de los
asentamientos alrededor de la ciudad el flamante director de Orden Urbano,
Jorge Gómez, aseguró que antes de asumir trató el tema con la Secretaria de
Gobierno Gabriela Chiariotti, quien le manifestó que “tienen una estadística
muy importante, ya hay un trabajo serio realizado. Hay una característica
bastante particular que es que hay mucha migración interna. Si bien hay gente
de otras ciudades, de otras provincias, pero la mayor cantidad de movimiento se
produce internamente. De todas maneras trataremos de saber qué está ocurriendo
por qué tanto movimiento y por qué los asentamientos hacen quiste en nuestra
ciudad”.
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