Después de bastante tiempo rescato nuevamente historias del Taller de Lecto Escritura Creativa que realizamos en la Biblioteca Popular "María Perrissol" desde mediados de los 90 hasta principios de este milenio (pueden hallar mayor información al respecto en este mismo blog). Un tanto afectado por el agua y la suciedad del último desastre que asoló mi casa, hallé un ejemplar de Plumas Amigas, libro de poemas que escribimos con integrantes del Taller villense y su par de Rosario para recaudar fondos para un compañero de este último que había sufrido un accidente. Fue en 1996 y lo presentamos en la VI Feria Regional del Libro de nuestra ciudad, cuando todavía valía la pena acercarse a ese acontecimiento cultural, hoy tristemente devaluado.
La coordianción como siempre estuvo a cargo de Miguel Catalá y la lista de escritores es la siguiente;
A continuación reproduzco el prólogo que escribió nuestro amigo y estimado maestro, Carlos Del Frade:
"Ámbito Financiero”, hace algún tiempo, informó que los llamados "lugares públicos” (los pub) están desapareciendo en Gran Bretaña, el país que los originó.
Tiempos de desolación, de miedos incontenibles, diría el uruguayo Eduardo Galeano.
En medio de la tormenta, todavía hoy, en las ciudades puertos de la Argentina, los bares convocan a la fiesta de la comunicación intima y sus formas bellas y desaforadas, los silencios en medio de miradas profundas y las risotadas de la barra que recuerda y se recuerda a si misma, a lo largo del tiempo y de los hechos compartidos.
Geografías alrededor del café.
Citas que se necesitan, que urgen para hablar y saber que seguimos siendo nosotros mismos, nos rebelamos a los nuevos bares que apuran los tiempos, violentan los ritmos de las conversaciones y copian modelos de zapping que nada tienen que ver con lo humano.
Aunque no haya más filosofía cruel ni sabiondos ni suicidas, los bares siguen revelando la exacta escenografía de la amistad, de la comunicación plena, donde se conoce el contexto de cada palabra, la historia de cada gesto y en la que se reconocen los datos ausentes y la estrategia del otro, su visión del mundo y el lugar que nosotros ocuparemos.
Conozco una barra que no se llama a si misma como tal. Se dicen grupo, hasta consejo directivo a la hora de planear asados y cumpleaños.
Vienen con sus desventuras a cuestas, hablan de medios de comunicación, sueños, utopías y amores que ya no son. Pontifican y denostan, ríen con las postales existenciales de sus hijos y siguen el humo de los cigarrillos mientras uno de ellos se queda varado en el drama de sus padres o del laburo escaso.
Cuentan y narran sus semanas. Eligen noticias del lado de adentro de sus casas y sus laburos. Construyen historias y juegan con las desventuras. Siempre están porque se necesitan.
A ninguno le alcanza con la nueva tecnología en comunicaciones para reemplazar esa ceremonia de miradas, cejas levantadas y señales comunes.
Dicen que la Internet será una herramienta que permitirá la socialización del conocimiento, aseguran que los noticieros y cadenas por cable constituyen un mundo de mayor información y menor alineación, sostienen que habrá menos diferencia entre dominados y dominadores gracias a la comunicación del tercer milenio; pero esos códigos suelen no dejar la sensación de la mano caliente de un amigo, el olor del cigarrillo negro, y el silencio que sigue a la tercera copa de vino compartido.
Los muchachos de los cuales hablo, seguramente estarán de acuerdo con los avances "progresistas" del mundo comunicacional, incluso se las tendrán que arreglar para que sus pibes no los tomen por giles excluidos; sin embargo mantendrán viejos códigos donde lo afectivo no puede encenderse a través de un botoncito.
Ellos juegan a inventar argumentos de telenovela, mientras cargan las pilas para seguir empatándole a la vida, porque- se sabe - en estos arrabales del mundo, los que integran las mayorías merecen pero nunca alcanzan las victorias.
A los muchachos se les suele correr la mirada según lo que cuenta alguno de ellos. Aparecen luces, se multiplican sombras, sus miradas varían de acuerdo al relato del otro. Son adictos a si mismos. Dependen de esa amistad y de ese bar y de esos lugares y de esas palabras y de esos códigos. De esa comunicación.
Se quieren.
Aunque se despiden y se ven una vez por semana, se sospecha que se llevan adentro, que se cargan en el interior y que, depende de la situación, se exhiben en medio de discusiones, broncas, y momentos decisivos.
Se hacen los escépticos pero creen. Desean, en contra de las
Modernas sugerencias psicológicas v pedagógicas, que sus pibes tengan amigos así.
Un sobreviviente de los años setenta hace poco contaba que "la célula para nosotros era todo, pero no desde lo político sino desde lo afectivo".
Cuando el epílogo del milenio parece ofrecer varios mentís sin grandes pasiones y con abundancia de medios de comunicación, todavía es necesario e indispensable saber que los códigos más fuertes siguen siendo los que están dentro de la gastada palabra amistad.
Romanticismo, pensamiento cursi, pero realidad al fin, los amigos siguen constituyéndose en la mejor y más perdurable resistencia ante la indiferencia y la resignación.
Este libro, es una demostración.
Carlos del Frade. D.N.I. 14729802
Tras el Prólogo se incluyó este breve texto introductorio:
Una multiplicidad de voces, no de códigos, no nos pretendemos una
casta de incomprendidos. Intentamos la comunicación una vez más, sin que nos
acobarden los embates de la crueldad cotidiana ni la desazón de los vencidos.
Nos moviliza la esperanza, nos conmueve el más profundo y primigenio deseo de
la especie humana, la alegría. Queremos estar contentos, queremos ser felices,
y por ello nos desvelamos intentando descifrar los laberintos, las trampas, los
palimpsestos de nuestras penurias más inmediatas.
Queremos multiplicar nuestra ansiedad de vida y por ello escribimos y
ofrecemos estos poemas.
En mi caso sumé los siguientes poemas:
Gaucho ausente
Ausente,
tu figura se diluye en el tiempo.
Inmensa,
la pampa ya no te
contiene.
Te fuiste,
jinete de las injusticias,
dueño del horizonte,
paradigma de la libertad.
Te persiguieron l
os destructores de símbolos,
tropero enancador de olvido.
Silenciosa de tu canto
quedó la tranquera eterna,
sin lejanías para perderte
te adentraste en el pasado,
hoy
no sos más que poesía, canción,
o libro viejo,
o quizás, apenas, refranero popular.
Juntos
Alta,
la barranca umbría
te mira serena,
casi nostálgica.
Años
de soledades
la unieron a tu cauce
que, marrón y manso,
le acaricia los pies.
Rio,
en tu antiguo andar ,
la encontraste amante, compañera,
tan alta como cercana,
los años se harán siglos, pero allí seguirán,
juntos,
fundidos en el barro elemental
barranca y río,
vida y libertad.
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