Mi amigo y maestro, Luís Capriotti, dejó una larga aunque dispersa obra durante su agitada vida. Quiero aprovechar este espacio para recuperar parte de sus trabajos, de sus escritos; actor, director, periodista, poeta, narrador, genio. Todo ello puede describirlo. Ante la intención de quienes lo conocieron y de otros que saben de su legado de realizarle diversos homenajes, pretendo acercarles todo el material que pueda encontrar a través de este blog. Cabe recordar que aquí mismo pueden hallar, en entradas de años anteriores algunas notas que escribí sobre él.
A continuación reproduzco un texto de su autoría publicado en el Semanario Tiempo el 5 de septiembre de 1991. Está construido con fragmentos de su vida que le oí contar en más de una oportunidad.
Disfrútenlo.
Dulce o amargo según los gustos
Despertar un lunes a la mañana es
una pálida, pero si además uno prende la radio y oye malas noticias, es para
meterse de cabeza bajo las frazadas y...
Esto me pasó un lunes. Prendí la
radio, una locutora atónita anunciaba que Gorvachov... Y en otra emisora que
el Vice-Presidente... Y en Radio Nacional que los tanques...Y en otra
finalmente, los Plateros le cantaban “Only You” a todos los que quisieran
oírlos. Doblé la almohada y me puse a pensar (cosa que uno puede hacer al
levantarse solo los lunes a la mañana).
Nuestra generación, mi generación,
los nacidos a lo largo de la década del ’40, fue una generación vapuleada por
recuerdos frescos de guerras dados por tíos italianos recién emigrados, por
“Perón, Perón, que grande sos!" y después escuchábamos a los adultos
diciendo que no era tan grande, para callarse inmediatamente, al darse cuenta
de nuestra presencia. Y los comunistas eran terribles porque no podían tener
casa propia y no usaban vaqueros. Y crecíamos.
Los profesores del secundario
eran feroces y teníamos que aprender largas listas de fechas a memoria
limpia, mientras tu compañerita hacía todo lo posible para disimular -bajo el
guardapolvo- loe brutos pechos que se le notaban bastante bien durante los
gloriosos veranos del Náutico.
Fuimos las últimas víctimas de
los pantalones cortos -para nosotros hasta los trece- y los bombachudos bajo la
pollera-pantalón de gimnasia -para ellas-; y las primeras víctimas (nosotros)
de unos calzoncillos “CASI" que nos oprimían hasta la libido y ellas de
almidonados pollerines imposibles de maniobrar, si hubiese alguna mano
masculina dispuesta a hacerlo.
Nosotros éramos iniciados sexualmente
en una brutal y olvidable noche de suburbios, y ellas serían iniciadas en la
noche de bodas como debía ser.
Y llegaron los '60, Elvis movió la pelvis y el
mundo hizo plop. Murió Marilyn. Nos dimos cuenta que ya no éramos chicos
Nos dejamos pelos largos (nosotros),
se acortaran las faldas (ellas), y por primera vez en la historia de Villa nos
franeleamos dulcemente en CARIOCA o EXASUM, o etc. Por primera vez las madres
no acompañaban a las nenas a bailar. Podíamos abandonar carreras gloriosas
como Abogacía, Medicina, Ingeniería Eléctrica, para dedicamos a lo que se nos
cantara.
Pero la mayoría no sabía qué
hacer con tanta libertad.
Se murió Kennedy y los rusos
levantaron el muro de Berlín; pero todo estaba tan lejos que mejor era escuchar
a los Beatles.
Algunos conocíamos el Instituto
Di Tella. Nacha era flacucha, se cantaba de hambre y tenía una voz espantosa.
Tanguito aparecía por allí remugriento, con calzas de baile y zapatillas.
Nosotros dejábamos el pelo un
poco más largo.
Afuera, en la calle, iban y venían
milicos/civiles y nosotros votábamos desganadamente con la marrón terrosa.
Chillábamos porque éramos jóvenes,
no nos daban posibilidades y nos cagábamos en la política. Cuando quisimos
aprender algo de política, nos cagaron a palos.
Se dejaron de usar minifaldas y
los pantalones patas de elefante. Habíamos leído como cinco veces “Rayuela”, de
Cortázar, conseguirnos un empleo fijo; un cuñado nos prestó para comprar las
alianzas.
Afuera gente siniestra nos miraba
y nos seguíamos sintiendo la generación perdida.
Y nos levantábamos los lunes con un humor de
perros, pero llevábamos leído "Cien años de soledad" seis veces.
Afuera los peronistas y los radicales prometían (y se robaban el oro y el
moro) y nosotros nos comprábamos la video. Vimos que el muro de Berlín se transformaba
en un stand de souvenirs pétreos y nos dijimos: Qué suerte! Nunca lo hubiésemos
imaginado!
De repente se empezó a morir
gente de nuestra camada, otras no aparecían, otros mandaban postales cada vez
más esporádicas.
Los Beatles seguían cantando.
Una locutora dijo que Gorvachov estaría muerto y que “ahora
escucharemos a Joan Báez”…
Oh mi Dios! Es demasiado para mí.
Me volví a tapar con las sábanas… Una generación afortunada la nuestra.
No fui a trabajar ese lunes por
la mañana, a mi edad me puedo dar ese lujo. Y el fin de semana que viene
alquilo “HAIR” y la miro por décima vez.
Tuve una pesadilla en ese medio
sueño: era un hongo de humo - ah! esa si que no. Generación castigada pero no
tanto.
Me levanté finalmenta, puse un
cassette de Serrat y preparé mate, lo único que realmente nos acompasó en tanto
tiempo, dulce o amargo según los gustos.
impecable
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